Lichita Gutiérrez (Maite Perroni) es la empleada más ninguneada de Icónika, la agencia más importante de publicidad en Iberoamérica, empresa a la que entró hace años como asistente con la idea de ir ascendiendo por su propio esfuerzo, pero lo cierto es que nunca ha pasado de ‘perico-perro’ siendo una especie de ‘secre-todóloga’ y ‘mil usos’.
Ella hace todo por ayudar y apoyar a su familia: a sus chambeadores papás, a su destrampada hermana, y a su querida sobrina. A pesar de todo, Lichita sueña con que algún día el amor llegue a sacarla de su anodina existencia, aunque conscientemente sabe que nadie se fijaría en ella, ya que es un ser que a los ojos de los demás resulta invisible.
En una gran fiesta, Lichita conoce al atractivo y encantador Roberto Duarte (Arath de la Torre); pero para su enorme sorpresa, este aparente galán de ensueño, le ve la cara con tal de ingresar a Icónika como colaborador. Lo que ella ignora son los motivos que llevaron a Roberto para hacerle esa trastada.
Es así como Lichita vive una serie de humillaciones, burlas y bromas pesadas por parte de los empleados de Icónika. Esto incluyen el maltrato de Luciana (Ingrid Martz), la pedante y engreída sobrina del dueño de la agencia, quien recién llegada a México, obtiene un cargo mejor que el de Lichita.
Harta de ser “Lichicienta” y de que no se le reconozca su esfuerzo de años en el trabajo, Lichita decide cambiar y con ello recuperar lo que por derecho le corresponde. Decidirá dejar de ser Lichita, para convertirse en Alicia, y luchará hasta contra su propia naturaleza noble para decretar: Antes muerta que Lichita.